martes, 28 de febrero de 2012

Carta a todas tus catástrofes.

El tiempo avanza, rápido, sin compasión de aquellos que necesitan un parón en su vida, cansados de su rutina para estudiar nuevas soluciones… Está bien pararse, pensar, reflexionar, pero hay que hacerlo y buscarle un sentido, si dejas que el tiempo te atropelle y pase por encima de todo aquello que te importa, al final ni tienes tiempo ni nada en lo que emplearlo. Me resulta demasiado fácil pensar que te has dejado atropellar, que no has querido luchar y que tus propios intereses han pesado más que todo aquello que un día decidiste que merecía la pena ¿Dónde ha quedado todo eso? ¿Hay algo suficientemente importante como para dejarnos a un lado? ¿Tan fácil te ha resultado pasar de nosotros como si de la hoja de un libro se tratase?
Yo te he admirado siempre, te he tomado como ejemplo, incluso muchas veces he hecho cosas solamente pensando en lo orgulloso que te sentirías de mí por hacerlo. Satisfacerte fue siempre mi meta, ser tu ojo derecho,  tu proyecto más valioso, en cambio nada de esto he conseguido, mas bien  todo lo contrario. Es imposible tener todas estas cosas que albergo en mi cabeza venga a dar vueltas, y no pensar que qué es lo que ha salido mal, que de quién es la culpa, que por qué ya es demasiado tarde.
No sé qué es lo que pasará por tu mente ahora mismo y desde hace tanto tiempo, pero yo solo me pregunto si realmente alguna vez estuvimos dentro de tus planes o simplemente fuimos baches en tu camino.
Lo que más me pesa es no poder hacer nada, hay demasiado de por medio y no me conviene involucrarme, ya que al contrario que tu, soy capaz de mirar más allá de mis narices.  Supongo que habré sido demasiado ilusa al pensar que aunque te hubieses dado cuenta tarde de que existíamos te preocuparías de recuperar el tiempo perdido y de luchar por algo, por este juego de 4 que inventasteis hace 20 años.  Para hacer, primero  hay que querer y eso es algo aplicable a todo.
Como  bien sabemos, no hay mayor ciego que aquel que no quiere mirar, pues bien, yo estaré ahí, te apoyaré, seré tu hombro en el que llorar y todo lo que tú quieras, con la condición de que dejes de ser ese que no quiere mirar, mientras tanto solo podré quererte en silencio, de espaldas y echándote de menos en cada segundo, pero mi vida sigue y si esto es lo que tú has elegido, no seré yo quien intente convencerte de lo contrario. Tengo muy claros mis intereses y mis prioridades, y por mucho que me pese… haré lo que tenga que hacer, y no lo que sea mejor para mí, sino lo que sea mejor para ellos; cosa que tú todavía no has aprendido.
Solo espero que algún día, cuando vuelva a leer esto, pueda reírme, ya que eso significará que habré escrito algo posterior dónde habré cambiado mis palabras, donde tu hayas cambiado… pero  si no es así, solo espero que seas feliz, lejos, cerca o dónde tú quieras, habiendo aprendido algo de nosotros, para que así por lo menos haya merecido la pena, hayamos merecido la pena, aunque solo sea por un segundo. 
Acuérdate de cuando éramos uno, cuando mirar por ti significaba algo más que tu propia felicidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario