miércoles, 26 de octubre de 2011

Oporto 2010

A veces parece que tengamos que llegar a ver situaciones extremas para darnos cuenta de cómo realmente están las cosas y para aprender a valorar todo lo que tenemos, porque muchas veces ese todo es demasiado, y habiendo gente la cual su todo sea nada, es bastante triste que sigamos estando tan ciegos sabiendo que están ahí y sin embargo quedarnos con los brazos cruzados haciendo como que no pasa nada...
Vivimos unos tiempos difíciles sí, todo el mundo lo sabe, pero nadie se atreve a hacer ni decir nada por miedo a perder todo lo que tiene. A día de hoy muchas de las cosas que tenemos, la mayoría, son privilegios, caprichos, cosas materiales que aunque en un primer golpe de vista nos parezca que nos van a solucionar la vida, o que vamos a ser mejores personas por tenerlas, realmente no sirven más que para ocupar espacio.
Diciendo esto todo el mundo creo que piensa en su Harley Davison, en el chalet de la playa que se ha comprado hace poco, un coche nuevo, un diamante que te da agujetas en el dedo, un vestido con 3 letras que vale lo mismo que la moto..Y etc etc etc.
Yo no juzgo a todo aquel que las tiene porque si es así, me alegro, ya que hemos de dar por hecho que si tiene cosas de ese tipo nunca le falta comida en casa, ni una cama caliente en la que dormir...
El problema viene cuando algo tan vital como un plato caliente o un techo bajo el que dormir se convierte en un lujo, en un privilegio al que ni por asomo se puede acceder, ahí es cuando realmente hay un problema.
Un lugar en el que hay un tipo con un mercedes de ultima clase, vistiendo el mejor traje, hecho a medida, con unas gafas de sol que solo por mirarlas habría que pagar y fumando un habano, a no más de un par de metros de distancia hay un montón de mantas apiladas escondidas tras un contenedor y unas zapatillas roídas, donde al caer la noche aparecerá un señor, seguramente con los mismos valores que este anterior, una edad parecida, la misma inteligencia y ganas de vivir, que llegará cansado de patear la ciudad por buscar un trozo de pan que llevarse a la boca y desesperado pensando si "sus cosas" seguirán donde las dejó la noche anterior, para no morirse de frió bien entrada la noche...
Eso es la realidad aunque no lo parezca, o mejor dicho, aunque no queramos verlo. Yo creo que si realmente el mundo quisiese ver este tipo de cosas las vería e intentaría poner de su parte, pero como eso supondría esfuerzo, tiempo y seguramente el empleo de algunos bienes es mejor cerrar los ojos, mirar hacia otro lado cuando ese señor con una taza oxidada en la mano te pide limosna, cuando hay más gente alrededor de una furgoneta que reparte café a indigentes que dentro de una cafetería...
Así es la vida, y así seguirá siendo a no ser que alguien haga algo. Lo más preciado que tenemos es la vida propia y de nuestra familia, pero si no tenemos medios para cuidar nuestra propia vida, ni la de los que nos rodean, ¿Qué nos queda? Tener que despertarte con las tripas gritando a viva voz que tienen hambre, con el frio de la mañana, con la lluvia... Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero después de ver algo así no se si la esperanza puede servir de algo...
Oporto 2011, "un trozo de pan duro escondido tras un lujoso mercedes..."

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